Presentando a SUS MAJESTADES…

Mar Deneb

Desde muy niño te hablaron de tres Reyes Magos que vinieron de Oriente, guiados por una brillante estrella y cargados de valiosos presentes para ofrendar al Niño Jesús, nacido en Belén. Formaba parte de una incuestionable tradición ancestral.

Pero, ¿te has preguntado alguna vez cuánto hay de cierto en esta aparente fábula transmitida de generación en generación? ¿Es cierto que existieron? Y si es así, ¿fue tal como nos lo contaron?

Contrariamente a lo que la mayoría de la gente cree, no es en los textos de la Biblia donde podemos documentarnos sobre estos hechos, puesto que tan solo en uno de los cuatro evangelios, el de Tomás, encontramos una muy ligera alusión a la llegada a Belén de unos individuos, de los que ni tan siquiera se dice que fueran reyes, sino magos provenientes de Oriente, y sin que se mencione cuántos arribaron al lugar o sus nombres; solo se hace alusión al número de regalos y cuáles fueron. Hay que señalar que en la Biblia, a menudo, se utiliza el término de mago para referirse a hombres sabios o de ciencia.

Mar Deneb

¿De dónde procede, por tanto, toda esta alusión a su realeza, su raza o sus vestimentas?

Como pasa en multitud de ocasiones en aspectos relacionados con tradiciones religiosas, la información de los acontecimientos supuestamente históricos no proceden de aquella misma época, sino de decisiones, normas o bulos establecidos por algún papa, emperador o rey que lo promulga incluso siglos después de los hechos remitidos.

Tal es el caso de este mágico trío, del que solo —¿solo?— fueron eso: magos que llegaron de muy lejos, pero a los que en el siglo V el papa León I El Magno además les asignó los colores de las tres razas o de los continentes conocidos hasta entonces —Europa, Asia y África—, blanco, amarillo y negro.

Respecto a sus nombres, las primeras referencias nos remontan al siglo VI a una imagen de una iglesia italiana, en Rávena, donde aparecen estos tres personajes con sus respectivos nombres sobre sus cabezas. También se hace alusión a ellos en un par de textos del siglo V.

Como ocurre con buena parte del contenido histórico que poseemos de aquella época, reflejado en textos escritos considerados oficiales, existen otras fuentes igual de fiables de los hechos religiosos. Hablamos de los textos apócrifos que, aunque sean considerados por muchos como falsos, se suele desconocer que la palabra apócrifo significa, en realidad, oculto.

Es con ellos con los que sí que podemos elaborar una más amplia reconstrucción histórica sobre nuestros protagonistas, puesto que aquí confirmamos el número tres y su condición de sacerdotes procedentes de Siria; más en concreto, con el llamado Evangelio de la infancia de Tomás, datado en el siglo II. Además, en aquella época, quien dominaba el arte de los astros era considerado, cuando menos, un mago, aunque eran realmente sus conocimientos los que les hacían anunciar con tanta seguridad el oscurecimiento del sol (un eclipse) o el advenimiento de una gran luz (un cometa).

Mar Deneb

Pero si queremos profundizar más, tendremos que hacer una investigación más somera en un mundo que, según su denominación, se encuentra oculto a la vista de profanos (en contraposición al término exotérico o fácilmente accesible para el público común). Tal es el enorme contenido informativo que posee el esoterismo. A pesar del carácter un tanto peyorativo del término —debido a su desvirtuación o popularización actual—, se nos olvida, entre otras cosas, que las ciencias modernas tuvieron sus inicios en la práctica de una alquimia (química) o de una astrología (astronomía), y es a ellas a quienes deben sus inicios.

Según estos conocimientos esotéricos, nuestras tres figuras no eran, efectivamente, reyes, sino astrólogos, y aquella confusión pudo deberse a sus ropajes poco habituales por aquella zona y que asociaron con la realeza, lo que, junto con sus amplios conocimientos planetarios, determinaron que acabaran considerándolos magos.

Otro dato más que nos aportan las tradiciones cabalísticas y alquímicas está relacionado con la simbología de los colores aludidos anteriormente, los colores por los que el mercurio interno ha de pasar en el trabajo de iniciación: blanco, amarillo y negro. El proceso de transmutación de la Gran Obra ha de ser culminado con la púrpura del espíritu; de ahí la frecuente representación de los reyes con capas de color púrpura.

Mar Deneb

Por último, y no menos importante, debemos hacer mención a la fecha en la que se celebra el advenimiento de estos hombres de ciencia de Oriente, donde nace el sol. Para ello, podemos comenzar buscando sus huellas hasta nada menos que el Egipto faraónico, en el que el 6 de enero (11 tybi) tenía lugar la celebración de la manifestación del nuevo sol (epifanía quiere decir manifestación).

Es igualmente necesario aclarar que la Iglesia católica, a través de su portavoz, ya constató hace años que el nacimiento de Jesús no ocurrió realmente en el año 0, como tradicionalmente se cree, sino que, como prueban los datos históricos, fue al menos 5 años antes, puesto que Herodes murió 5 años antes de dicho año y, siguiendo hacia atrás el hecho de la matanza de los niños, llegamos al año 7 antes de Cristo. Tal desatino se debió a erróneos reajustes de calendario posteriores.

Otra circunstancia confirmativa al respecto es que, justamente en ese año (7 a. C.), se produjo una conjunción de los planetas más importantes, que en el cielo se observaron como una Stellium o Stella, y que bien podría identificarse con lo que se dio en llamar la estrella de Belén, que además en aquellos lares era uno de los sitios donde mejor podía contemplarse. (Ni qué decir tiene que Belén bien pudo ser otra reseña simbólica, puesto que no existe ningún dato histórico que demuestre su existencia).

También hay hechos ilustrativos sobre la época real en la que Jesús nació, puesto que la información que se nos ofrece en los clásicos evangelios no se corresponde con el invierno de aquella región —por ejemplo, los pastores no sacaban sus rebaños en épocas tan gélidas—. Por otro lado, hay indicios de que su nacimiento fuese en verano.

Mar Deneb

En cualquier caso, no es arbitrario percatarse de que las grandes figuras místicas de la historia (Horus, Krishna, Osiris, Mithra, Hermes, Zarathustra, Buddha, Heracles…) nacieron todas con el comienzo del invierno, es decir, con el de la luz, ya que a partir del primer día del invierno, el más corto del año, la luz comienza a robarle protagonismo a la oscuridad y los días comienzan a ser más largos y luminosos. Todos ellos, con sus correspondientes fechas reales de nacimiento, simbolizan de esta manera el nacimiento (natividad) de la luz crística del iniciado —y de una madre virgen, otro simbolismo— en todas estas tradiciones.

Y para finalizar, un último apunte histórico que puede arrojar algo de luz sobre la reciente lucha de tradiciones que impera por estas fechas de consumismo y celebración. Se trata de la aparición en los últimos años de otro tradicional pero controvertido personaje histórico: Papá Noel.

Mar Deneb

Para indagar sobre él, debemos retroceder hasta el siglo IV a Turquía, donde nuestro nuevo protagonista, Nicolás, nació en una familia de enormes recursos, pero quedó huérfano tempranamente. Con 19 años se hizo monje y dedicó toda su vida a donar regalos y juguetes, ayudando a los niños más necesitados. Este monje alto y delgado que, como cualquiera de su alcurnia vestía habitualmente hábito, posteriormente murió un 6 de diciembre del año 345. Ya en el siglo XI, sus restos fueron trasladados a la ciudad de Bari, en Italia, a una iglesia que se construyó con su nombre canonizado, San Nicolás de Bari.

Desde el siglo XII se extendió su tradición por Europa, y fue en el XVIII cuando unos emigrantes holandeses la difundieron por Estados Unidos. Aquí se asentó esta costumbre de Nikolaus, nombre que se había adoptado del alemán, hasta que fue transformada en la imagen actual, mucho más comercial, que tenemos sobre Papá Noel.

Así pues, ambas tradiciones tienen su propio origen histórico y bondad, así como su significado, su sitio y consideración. Que cada cual elija lo más oportuno, pero sin absurdos recelos.

Mar Deneb

Y sin más, adentrémonos pues, ya por estas fechas, en esa mágica noche de manifestación en la que unos hombres sabios, hace más de 2.000 años, vinieron a anunciarnos el ADVENIMIENTO DE LA LUZ…

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8 comentarios sobre “Presentando a SUS MAJESTADES…

  1. Interesantísimo artículo. Es cierto que muchas veces detrás de una celebración que mantenemos sólo por costumbre y que vivimos superficialmente se esconde una tradición, con un bello origen, que se ha mantenido durante siglos. Aunque sólo sea por eso, disfrutemos de un tiempo de ilusión en lo que está por venir. Aporto mi deseo para todos: SABIDURÍA!!!

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    1. ¡Muchas gracias, Inma! Las tradiciones e incluso los mitos o leyendas encierran a menudo un origen, como dices, que se asienta sobre una profunda sabiduría, y muchas de las veces han sido reales, lo que lo hace más misterioso e interesante a la vez…
      Yo aporto mi deseo para tod@s de ¡RESPETO Y TOLERANCIA!

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    1. ¡Gracias, me alegro de que te haya gustado! Son cosas que habitualmente se desconocen y un poco de información nunca viene mal. Es un tema más interesante de lo que parece…
      Gracias por tu comentario. Y ahora, a debatir en casa, y si nos lo cuentas por aquí, mejor todavía, jaja, y lo debatimos también nosotr@s.

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  2. Me alegra que cada vez sean más las personas que COMUNICAN informaciones que den otro punto de vista a hechos y/o relatos en los que solo se ha permitido una sola dirección durante cientos o miles de años. Gracias Mar .

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    1. No hay nada como CONOCER otras visiones y, más aún, otros datos, igualmente fidedignos como puedan ser los «oficiales».
      Eso, además, puede contribuir a dejar de dar por incuestionable lo que siempre «nos enseñaron», lo cual es señal de buena salud mental.
      Gracias a ti, Isabel, por tu comentario.

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